domingo, 8 de noviembre de 2009

ORDINARIO TERCERA PARTE

EL AMOR NOSE SI ES LA ESPINACA QUE ME HACE MÁS FUERTE
SOLO SE QUE ES ESE DOLOR QUE ME DICE QUE ESTOY VIVO







EL DIBUJO


Y sobresalía la monumental
Al fondo de la cascada turbia
Envolviendo el brillo de sus pepas
En la herrumbre del suspenso

Oh!, pero siii…, otea a la ilustre
Deslizándose contra la áspera corriente
Va aflojando una mueca
A esa muda piedra

Aquellas patotas silenciosas
Nos apuró hurtándonos hasta el descuido,
Contagiándonos la incertidumbre
Del después

Y esa, interrogación suicida
Con la soga en la cornisa
Se desvanecía en la boca del zonda
Mientras yo veía






Te amo desde que comienzo
Hasta que termino

Tanto te amo que solo recuerdo
Aquel camino








La lágrima


…, y escabulléndose por la quebrada
Soltaba un silencio destripando al silencio.
Oh! Esa huella ahorco en el pulgar la hilacha
Que la izo sangrar cuando se puso a dieta

Friolenta saltó denuda hacia el abismo
Esquivando las auroras fantasmas.
Nunca llegó. Acarició violenta la curva
Y en la denuncia descubrió la gloria.









Ah oscuridad traicionera…

Caí empujado por tu destello blanco
Caí cayendo.

La hombría me llevó esposado a la celda rojiza.

La noche huía.

Sediento escapé lentamente.

La arena de púa embolsó el dolor.

El mundo empezó a mezquinar su aire
Y me vi obligado a lastimarte.








Siempre


Siempre el mismo punto:
Tu pelo, tu voz, tu aroma.

Siempre el mismo nudo:
Tú presencia, tu silencio, tu mirada.

Siempre del mismo modo:
Tus caprichos, tu ironía, tu dificultad.

Siempre del mismo fin:
Tus labios, tus censuras, tu piel.






El final murió en tu boca.
La oscuridad se dejó ver desnuda.
Todo huía.
Todo era fin.








Tan solo fui el roce esponjoso
De tus dedos mágicos...



tan solo fui.









La separación


La noche tronaba tus llantos.
Tus lágrimas apedreaban mi techo
Los otoños desangraban a mitad de precio

La oscuridad y la soledad de la mano
Me arrebataron la helada
Para con ella apuñalarme
En defensa propia


El sueño en aquel rincón moría.
En aquel rincón ……………….

Los minutos nadaron en amargura sin hielo
Ni limón en la morgue mezquina

Tres palabras atravesaron el infinito,
Les digo:
“Anoche me extendí bajo las estrellas
En busca de ella
Ni su silencio pasó ardiendo”















AL FINAL DE TODO EL AMOR ES TAN SOLO UN SUEÑO







Un sueño


…, y estaba acurrucado en la colchoneta herida por los gusanos. Estaba ubicado en el lugar de siempre, con el rostro de siempre, en esa esquina de la pieza besada por humedades infieles y algo más.
Las lágrimas me abandonaban otras se mataban con mucho empeño otras de enfermas. Las tinieblas de los parpados jalaban fuerte de la cadena para lograr liberarse de mí. Pasaron infinitos minutos.
…, y algo de ese lugar, alguien inclinado con alas enormes y blancas con puntas doradas. Era. Se puso frente de mí. En el aire se enderezó dibujándome el miedo.
Las lágrimas que se habían matado resucitaron con juventud eterna.

-¿Qué te sucede? (preguntó)
-Estoy triste.
-¿Por qué estas triste?
-Estoy enamorado.
-¿Por eso? Eso es bueno…
-No. Nunca es bueno.
-¿Porqué decís eso?
-Las personas que se enamoran están condenadas al llanto, al sufrimiento, con la incertidumbre de que si te amara como dice que te ama o si ese amor que hoy has conseguido muere mañana por una estupida causa mortal o si…
-shsh… Eso es mentira. Decíle que la amas.
-No puedo.
-¿Porqué?
-Un Ángel solo puede enamorarse de otro Ángel. Yo soy tan solo esto. Soy el alambre que sobró de algún proyecto, ese pedacito que al cortarlo voló en un rincón, en ese, ahí donde el sol nunca llega y la humedad amagando entra, ese a que nadie l importa, ese al que nadie le sirve.

Mientras le hablaba mi sombra iba hacia ella como un perro a su amo para que no lo golpeen.
Ella me enseñó sus ojitos llorosos. Se me acercó cerrando sus enormes alas blancas con puntas doradas. Me extendió su mano. Yo con miedo la acepto y me elevó…
… y apoyó su boca en mi boca. De la espalda me nacieron unas alas similares a las de ella, me enseñó a usarlas…
Desperté y volví a ser el alambre que sobró.














No hay comentarios: